En el capítulo de “Salvando Vidas” se había concluido, la
construcción de la “guardería” o Unidad
de Crías, y los cachorros que se encontraban en diferentes lugares, se habían
trasladado a su nueva instalación. Esto
ocurrió en octubre de 1984.
Una nave
acondicionada con jaulas e instalaciones para crías de tamaños diferentes, enfermería, cocina con los equipos necesarios
para la preparación de las dietas, local para prematuros y pequeños era el
lugar idóneo para emprender la actividad a escala mayor y con mayor facilidad.
Los primeros tiempos fueron una vorágine de trabajo y
organización, la curiosidad por el
desarrollo futuro, y la atención a los primeros huéspedes: Olivia,
una Búfala de Agua que no cesaba de pedir alimento; Roberto,
un ternero Ankoli, tranquilo y ceremonioso; dos hembras y un macho de tigres de
Bengala, Annabella. Belkis y Jorge; y cinco cachorros de león, Ela, Ena. eran las dos hembras y sus tres
hermanos no traían nombres, eran I, II y III, no daban descanso ni de día ni
de noche.
La instalación fue conocida siempre como Unidad de Crías y
a partir de esa fecha no cerró sus puertas. Transitaron por allí, aves y mamíferos, trabajadores hombres
y mujeres, veterinarios, nutricionistas, zoólogos, cuidadores, y siempre había
visitantes atraídos por la pequeña fauna que crecía bajo los cuidados de sus
criadores. Comenzamos trabajando cuatro mujeres y un hombre que casi
siempre se quedaba en las noches a cuidar de los que necesitaban ser
alimentados en la madrugada.
No había transcurrido un mes de la apertura, ingresó Monin, una cría de chimpancé de 2
años. Había nacido gemela con un
macho, Mickel, en las instalaciones
del zoológico que se encontraba en el centro de la ciudad, y que tenía una
larga historia en el logro de la reproducción y manejo de esta especie de
primates.
Cuando ambos nacieron, eran pequeños y con bajo peso, y
tomaron la decisión de su cría artificial.
Monín compartió la vida
familiar de los cuidadores, durante sus dos primeros años, esperando ser
trasladada. Mickel creció en la clínica del zoológico donde nació. Esta nueva cría se
escapaba, lograba abrir la puerta de la jaula de ella, y de los demás, mordía,
se “enfermaba” y dejaba de comer para que la retornaran a su lugar de origen;
el “chantaje” funcionó varias veces ante el temor de que se agravara su
estado y se le trasladaba de regreso a la casa de donde procedía, pero esta historia la contaremos más adelante.
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