Al amanecer de un día del mes de mayo del año 1975, yacían
en el suelo y fuera de su jaula, cuatro
cachorros recién nacidos de tigres de Bengala, tres machos y una hembra. La madre con indiferencia los había parido
la noche anterior y no los amamantó………………
Rápidamente, se les improvisó una “cuna”, hecha con una caja
de madera forrada con sacos y se trasladaron al domicilio de la veterinaria,
para tratar de lograr que sobrevivieran y atenderlos durante las veinticuatro
horas del día, como lo haría la “mamá tigresa”………………..Los malogrados ensayos
anteriores, y la escasez de literatura específica, que hoy en día aún es
escasa, hizo necesario que se aplicara el método de ensayo y error. En esta delicada labor participaba toda la
familia, alimentando a los cachorros, observando, anotando todos los detalles
relacionados con los recién nacidos.
Para comenzar a alimentarlos, se les preparó una fórmula
láctea ensayada en cachorros de perros, implantando un horario y tomando las
medidas higiénicas que se siguen en la crianza de un bebé humano..
Durante los primeros trece días no se presentaron
problemas. Desde el primer momento
aceptaron bien el biberón, tomaban con avidez, ganaban en peso y no presentaron
trastornos gastrointestinales.
En el día catorce de vida, uno de los machos rechazó el
alimento, comenzó con diarreas y pocas horas después murió. En la necropsia que
se realizó pudo comprobarse que tenía alteraciones en los pulmones. Ese mismo día se repite el cuadro clínico en
otro de los machos, que también evolucionó fatalmente.
Cuatro días antes de estas manifestaciones, el tiempo había
cambiado, fuertes lluvias se sucedían , la humedad ambiental era muy alta y los
cachorros no podían tomar el sol como lo hacían diariamente, en horas de la
mañana.
Aunque las medidas higiénicas y sanitarias se tomaron,
faltaba la estabilidad de un ambiente cálido, y con la humedad relativa
adecuada. Para proporcionarles un mejor
ambiente, se les colocó una lámpara de
calor cerca de la “cuna”, evitando que ocurriera otra muerte por este
motivo. Posteriormente a consecuencia
de una bronco aspiración, por la avidez al ingerir el alimento, murió la hembra de la camada.
Solo se logró un macho de este primer grupo de tigres de
Bengala. Se le nombró LINCE.
El desarrollo de Lince fue progresivo y a los cuarenta y
cinco días de nacido, se le trasladó al zoológico. Allí se encontraba una leoncita, también
abandonada y de la misma edad, que fue amamantada por una perra. Se unieron
ambos. LINCE y TITINA.
Hasta que cumplieron el año de edad,se entraba con ellos en
la jaula. Nunca amenazaron o agredieron
a los cuidadores o personal veterinario encargado de su atención. En los días en que la exhibición se cerraba
al público, se les sacaba a pasear por los jardines, sueltos los dos. Correteaban y jugaban hasta cansarse,
volviendo dócilmente a su jaula cuando la hora de la recreación terminaba.
Para aplicarles algún medicamento, aunque fuera inyectable,
no era necesario inmovilizarlos, y en una ocasión, cuando Lince sufrió una
fractura del fémur, a los ocho meses de edad, se le hizo el examen radiológico
y la reducción de la lesión con
facilidad y sin necesidad de utilizar sedantes.
Lince era un cachorro cómodo y a veces “haragán”, que solo
corría cuando veía a su criadora. Fue necesario suspenderle las visitas por el
tiempo en que se le mantuvo en reposo, hasta tanto la fractura sanara
totalmente.
LINCE y TITINA vivieron juntos en el zoológico, para
disfrute de los visitantes que
observaban con atención a la inusual pareja que se acercaba a curiosear cuando
alguien los llamaba. No se reprodujeron. Tuvieron una larga vida
felina…….
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