SEGUNDA PARTE…………….
Las jirafas son famosas por su cuello largo, que les permite alcanzar
las hojas más altas y tiernas de los árboles y sus largas patas delanteras, que
son mucho más largas que las traseras. Esa proporción y longitud les obliga a
un inusual paso moviendo primero las patas de un lado y luego las del otro a
poca velocidad, y cruzando las patas traseras en el exterior cuando van a toda
velocidad. Las jirafas son una presa difícil y peligrosa. Se defienden con una
poderosa coz capaz de partir el cráneo o la columna de un león, los únicos
predadores que suponen una amenaza para la jirafa adulta.
La estructura ósea del cuello no difiere de la de otros mamíferos: no
tiene vértebras extras, pero cada uno de las siete vértebras cervicales
está muy alargado. Cada vértebra está separada por juntas flexibles; las
vértebras de la base del cuello son puntiagudas y proyectan la joroba por
encima de los hombros sosteniendo el musculoso cuello.
Además tiene unos pequeños cuernos, llamados ossicorns,
que aparecen en ambos sexos, aunque los de las hembras son más pequeños. Están
formados por cartílago osificado. Su
apariencia es un método fiable de distinción sexual; en las hembras poseen un
pequeño penacho de pelo en la parte superior, y en los machos aparecen sin pelo
debido al efecto de los combates (necking). Los machos a veces también
desarrollan depósitos de calcio en el cráneo con la edad, dando la impresión de
un tercer cuerno adicional.
Las jirafas han sufrido muchas otras modificaciones en el curso de su
evolución, especialmente en el aparato circulatorio.
El corazón de una jirafa (que puede pesar más de 10 kg) debe generar cerca del doble de la presión sanguínea
normal de un mamífero de gran tamaño para mantener el flujo de sangre al cerebro en contra de la gravedad.
En la parte superior del cuello,
un complejo sistema de regulación de la presión (retículo
admirable), previene el exceso de sangre en el cerebro cuando la
jirafa baja la cabeza para beber.
Inversamente, los vasos sanguíneos en la parte inferior de las patas
están bajo una gran presión. En otros animales, esa presión forzaría a la
sangre a ser expulsada a través de las paredes capilares. Sin embargo, las
jirafas tienen una gruesa capa de piel muy ajustada en sus extremidades
inferiores, la cual mantiene la presión extravascular alta de la misma forma
que un traje-g de un piloto.
El sonido que emiten gracias a sus enormes pulmones no es audible para
el oído humano, ya que se comunican entre ellas y otros animales a través de infrasonidos.
La lengua es de
color negro, y es tan larga (unos 50 cm) que le permite usarla para
limpiarse las orejas. Posee tres cuernos, dos laterales y uno
central más pequeño (pueden ser hasta cuatro dependiendo de la subespecie),
debido a un desarrollo excesivo de los huesos frontales y nasales.
La boca es distinta de otros rumiantes: su labio superior no está hendido como
el del camello, está recubierto de pelos y tiene una
forma más aguzada. Tienen un ingenioso sistema que les permite abrir y cerrar,
a voluntad, las fosas nasales. Esto les permite recubrir las cavidades
olfativas para impedir la entrada de polvo, especialmente cuando el viento
forma remolinos.
El pelaje es de color amarillo, sembrado de manchas bastantes grandes,
de formato irregular y color pardo claro u oscuro, siendo las manchas del cuello
y piernas más pequeñas. La parte inferior de las patas y el vientre es blanca y
no presenta manchas.
Las jirafas viven en grupos de 20 a 30 ejemplares, casi todos jóvenes,
ya que al envejecer buscan la soledad, no duermen más de 5 a 7 minutos
seguidos, sumando una media de 2 horas de sueño al día y son capaces de correr
a 60 km por hora.
La gestación de una jirafa dura entre 14 y 15 meses; nace una sola cría.
La madre da a luz de pie y el
saco embrionario se rompe cuando el bebé cae al suelo. Las jirafas recién
nacidas miden cerca de 1,8 m y pesan aproximadamente 50 Kilos. A las pocas
horas de haber nacido, las crías pueden correr y no se distinguen de una cría
de una semana de edad. Durante las dos primeras semanas pasan la mayor parte
del tiempo recostadas, resguardadas por su madre. Mientras que las jirafas
adultas son demasiado grandes para ser atacadas por la mayoría de los
depredadores, las más jóvenes pueden ser presa de leones, leopardos, hienas y
perros salvajes.
La cría se vuelve independiente alrededor
de los 18 meses y se alimenta de la leche materna hasta esa edad. Sólo del 25
al 50 por ciento de las jirafas llegan a la edad adulta; aquellas tienen un
promedio de vida de entre 20 y 26 años.
El régimen alimenticio de la jirafa concuerda con su físico; come las
hojas de los árboles para lo cual le sirve su larga lengua. Las que viven en el
sur de África prefieren las ramas y hojas que tienen espinas. Cuando se nutre
con alimentos frescos y jugosos puede permanecer mucho tiempo sin agua, pero en
las épocas de sequía recorre varios kilómetros para beber en las lagunas
pantanosas o en las charcas. El alimento favorito de la jirafa es la Acacia, árbol que crece en la sabana africana, siendo un
animal altamente selectivo en lo que come cuando tiene alimento para elegir.
A pesar de esto en caso de
necesidad no tiene problema en adaptarse a otros alimentos. También consume
otro tipo de árboles así como hierbas. Para beber agua y alimentarse con
hierbas la jirafa debe agacharse lo que la coloca en una posición vulnerable.
La lengua de la jirafa así
como su aparato digestivo adaptado le permite alimentarse con vegetales
espinosos, los cuales digiere sin ningún tipo de problema. Las jirafas pasan
entre 16 y 20 horas al día alimentándose y pueden hacerlo durante la etapa más
calurosa del día cuando tiene crías, ya que los depredadores a esa hora están
inactivos. Pueden llegar a comer 65 kg de vegetales. La jirafa, al
igual que las vacas, es un animal rumiante cuenta con 4 estómagos y su
digestión es similar a la del resto de los rumiantes.
Wilson y Reeder reconocen seis subespecies de jirafa. Pero de momento, la comunidad científica
distinque nueve subespécies:
- Giraffa camelopardalis camelopardalis
- Giraffa camelopardalis reticulata
- Giraffa camelopardalis rothschildi
- Giraffa camelopardalis thornicrofti
- Giraffa camelopardalis tippelskirchi
- Giraffa camelopardalis giraffa
- Giraffa camelopardalis peralta
- Giraffa camelopardalis antiquorum
- Giraffa camelopardalis angolensis
En diciembre de 2007 un equipo de genetistas de la UCLA
dirigido por el Dr. David Brown parece haber demostrado que se debe
reconsiderar la taxonomía de las jirafas,
considerando que por diferencias de genoma probablemente en lugar de las subespecies antes expuestas, existen al menos
cuatro especies de
jirafas ya que los individuos de cada una de estas probables especies no se
aparean con los de las otras aunque estén habitando la misma zona, en efecto
algunas de las supuestas subespecies y probablemente especies se han separado
de las demás en periodos remotos que van de los 500.000 a 1 millón de años antes del presente.
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Referencias
- ↑ (2008). «Giraffa camelopardalis». Lista Roja de especies amenazadas de la UICN 2012. Consultada: 30 de abril de 2010.
- ↑ Hanák, V. y Mazák, V. (1991) (en español). Enciclopedia de los Animales, Mamíferos de todo el Mundo. Madrid, España: Susaeta. pp. 354. ISBN 84-305-1967-X.
- ↑ «Familiar Strangers». International Wildlife 23: pp. 6–10. 1993.
- ↑ a b c Savage, R. J. G. & Long, M. R. (1986). Mammal Evolution: an illustrated guide. New York: Facts on File. pp. 228–229. ISBN 0-8160-1194-X.
- ↑ Turner, A. & Anton, M. (2004). Evolving Eden. New York: Columbia University Press. p. 149. ISBN 0-231-11944-5.
- ↑ Simmons, R. E. & Scheepers, L. (1996). «Winning by a Neck: Sexual Selection in the Evolution of Giraffe». The American Naturalist 148 (5): pp. 771–786. doi:10.1086/285955.
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