El manejo y la adaptación de las crías de los primates se personaliza más que en el resto de los mamíferos, ya que están dotadas de habilidades y conductas inteligentes mucho más desarrolladas.
Aún en los más antigüos y primitivos como los lémures, se observan actitudes que sorprenden por su “humanización”……
La relación que establece el cuidador con la cría, requiere de extrema paciencia y tiempo para que este “bebé” lo llegue a identificar como su protector y figura principal. Es necesario seguir una conducta inteligente dentro del territorio, brindándole buen trato y protección, mostrando a su vez firmeza en cada gesto, palabra o movimiento.
El cuidado que se les brinde debe tener como objetivo el de prepararlos de forma tal que siendo dóciles e identificados con el personal, no lleguen a “humanizarse”, para así garantizar que la posterior incorporación a su familia sea posible y no haya rechazo por parte del grupo o viceversa………
Es difícil a la vez que se les coloca un pañal, y se les suministra un biberón, no tratarlo como bebé humano……….
Estos infantes dedican todo su tiempo a observar los movimientos que ocurren a su alrededor, aprenden a identificar los sonidos, y la voz de su cuidador, sobre todo si estos sonidos están asociados con el alimento. También observan y aprenden con rapidez cómo se abre su jaula, repitiendo la acción hasta lograrlo, sobre todo los chimpancés……..que son expertos en fugas.
La jaula o recinto donde se alojan representa el territorio impuesto por el cautiverio, y en ella se sienten seguros, por lo que el cuidador se identifica plenamente cuando dentro del territorio-jaula mantiene su condición de figura principal.
Una vez lograda esta identificación, el resto del trabajo resulta fácil, y se les puede alimentar, asear y consentir con alegría y satisfaccion.
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