Al año siguiente, ocurre un nuevo parto, esta vez de 4 crías. De ellos
sobreviven dos, que ingresaron en la Unidad a las 24 horas de nacidos. Pesaron 330 y 370 gramos respectivamente. Ambos eran machos.
Fueron instalados al igual que la camada anterior, en una incubadora
pediátrica con temperatura y humedad estables.
A los 5 días uno de ellos muere con una hemorragia rectal, y al presentarse
este cuadro se aisló de inmediato al que aparentaba estar sano y lo colocamos
en una caja con una fuente de calor que le proporcionaba un bombillo
infrarrojo, procurando una temperatura parecida a la que tenía en la
incubadora.
Los resultados bacteriológicos de la necropsia del cachorro que murió a los
5 días, concluía la causa de la muerte por diversos agentes, predominando una
E.coli B hemolítica. Quedaba solo uno con vida, que al ser recibido había pesado 370 gramos. A este cachorro se le suministraban pequeñas
cantidades de alimento cada 2 horas en el día y en la noche. Abrió los ojos a los 12 días.
Lentamente lo vimos recuperarse, y
comenzó a aumentar de peso, mostrar vitalidad y apetito. Hasta los 21 días le suministramos la fórmula láctea diluida, pero a partir
de esa edad, ya la comenzó a tomar entera y en cantidades que aumentaba progresivamente.
Nuestro dingo pesaba 1,100 gramos a los 24 días de edad y
era un “perrito lindo”, con esta edad se le comenzó a brindar carne. La carne
cruda que debía ingerir no le hizo bien, y se le preparó una papilla en la que
estaba incluída la carne, que se le dio cocinada
un tiempo, aparte de suplementar con complejos vitamínicos y calcio.
Cuando cumplió el mes había triplicado el peso que tenía al nacer, era
diferente de los adultos en el color, pues aún las regiones de pelo blanco,
eran oscuras.
Creció y se desarrolló aceleradamente.
Contrario a sus congéneres que son huidizos y desconfiados, era muy
sociable con los cuidadores y compartía el recinto con una tigresita de
Siberia, de la que llegó a ser inseparable. A los 4 meses de edad ya tenía un peso de 8.0 kilogramos y fue trasladado
para ser parte de las crías a ser exhibidas en el zoológico infantil.
Gran cazador de presas vivas, hizo estragos en la jaula de los patos
infantes, comiéndose a varios de ellos. Con un año de edad casi alcanzaba la talla de los adultos, era sociable con
los conocidos, no así con los extraños. Como no ladran se erizaba cuando alguien no
le gustaba y aullaba en los
atardeceres. Al menos esta vez, el
esfuerzo fue premiado.
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