CICLO VITAL ( pág. Web)
Concebido meses atrás, el embrión
nace cuando la cría anterior que hasta entonces ocupaba, la bolsa se vuelve
independiente. Ha permanecido en estado
latente esperando el momento oportuno, pues es tan débil e indefenso que
cualquier otro inquilino lo aplastaría sin remedio.
Cuando nace es una pequeña
masa de carne rosada del tamaño de una alubia que, desprovista de vista y oído,
debe encontrar el camino desde la vagina hacia el marsupio.
Antes del
nacimiento, la madre lame y limpia esta zona, y el pequeño sigue el rastro de
la saliva. Sus patas traseras aún son pequeños apéndices inservibles, por lo
que utiliza las "manos" para arrastrarse, y en poco más de tres
minutos recorre los l4 cm que separan la vagina del marsupio; si no lo
consigue, morirá sin remedio.
Una vez remontado el trayecto, entra en la
bolsa y se agarra a un pezón. Durante meses, su único alimento será la leche
materna.
El marsupio es como una guardería
completa: proporciona a la cría alimento, calor,
descanso, seguridad...
La hembra no necesita emitir sonidos de alarma
(como hacen los ungulados) para que su cría la siga en caso de peligro: basta
con huir presta, sabiendo que su cría está segura en su interior.
Ésta no sale
si no es imprescindible: cuando ya está crecida y alterna la leche con hierba,
asoma la cabeza para intentar arrancarla, pero sin llegar a salir de la bolsa.
Y cuando ya es tan grande que está más tiempo fuera que dentro, acude a ella
para mamar.
Tomará una leche de composición distinta a la que toma
simultáneamente el embrión que ya ha nacido y que se encuentra dentro del
marsupio.
A los dos días de haber nacido el
embrión, la hembra ya entra en celo, lo que es detectado por los machos gracias
al peculiar olor que emite. En seguida se apareará con el dominante, que
peleará por ello si es necesario.
El óvulo será fecundado, pero sólo se
dividirá unas cuantas veces, permaneciendo en un estado de blastocito latente
muy precoz (no es más que un grupo de menos de cien células y de un cuarto de milímetro de longitud) dentro
del útero.
Transcurrido más de medio año, únicamente reanudará su desarrollo cuando la cría que hay en el marsupio lo abandone.
Entonces crecerá durante un mes hasta convertirse en el pequeño embrión que
nace y se introduce en la bolsa.
Después de pasar unos ocho meses
en la bolsa, el pequeño canguro ya está suficientemente crecido como para
salir. Todavía seguirá mamando durante bastante tiempo, pero paulatinamente irá
sustituyendo la leche por bocados de hierba, la madre asea a su cría y la
vigila siempre, pues resulta un plato apetecible por los depredadores
Vemos, pues, que los
canguros son unas eficientes máquinas de procrear que actúan en tres fases perfectamente
sincronizadas: mientras la madre presta protección y los últimos cuidados a la
cría que ya está fuera de la bolsa, otra va creciendo dentro al tiempo que una
tercera espera en el útero su turno para empezar el ciclo.
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