La extenuante carrera (de fondo) del guepardo
Estos felinos gastan mucha más energía merodeando en
busca de presas que en sus famosos y rápidos «sprints», un esfuerzo agotador
que la actividad humana está llevando al límite
El guepardo
es el animal terrestre más veloz del planeta. Es capaz de alcanzar los 29
metros por segundo, muy por encima de los caballos (19 m/s), los galgos (18
m/s) y, por supuesto, los seres humanos, derrotando
con facilidad al mismísimo Usain Bolt. Su capacidad de aceleración es cuatro veces superior
a la del atleta jamaicano. El ejemplar más rápido conocido, una hembra
en cautividad llamada «Sarah», puede recorrer cien metros en menos de seis
segundos. Una flecha.
La carrera
del guepardo es
fascinante, especialmente por su descomunal potencia, que le permite cambiar de
dirección en un abrir y cerrar de ojos y cobrarse sus piezas tras una
electrizante persecución en zig-zag. Sin embargo, pese a lo que pudiera
parecer, estas exhibiciones le llevan un porcentaje muy escaso de sus energías
diarias. Según una investigación publicada en la revista Science, estos animales
invierten la mayor parte de su esfuerzo no en correr sino en deambular en
busca de comida, largos trayectos que la actividad humana está llevando a
límites insoportables. El resultado puede catastrófico.
Los guepardos salvajes
han disminuido de 100.000 a 10.000 en un siglo. Los científicos han atribuido
esta drástica reducción a que otros depredadores más grandes monopolizan la
comida disponible, al tiempo que sus hábitats se reducen cada vez más. Se creía
que los guepardos no tenían acceso a las presas suficientes para alimentar el
enorme desparrame de energía que suponen sus carreras.
Un guepardo
en plena caza en Bostwana
M.G.M. Mills
Sin embargo,
investigadores de la Queen's University en Belfast han descubierto que,
sorprendentemente, los guepardos no emplean significativamente más energía que
otros mamíferos de tamaño similar. Además, la gastan más en la búsqueda de
presas que en los «sprints» que, aunque espectaculares, son infrecuentes. Por
lo tanto, como sus presas se han reducido o redistribuido debido al impacto
humano, su habilidad para equilibrar su partida de energía se ha recortado
seriamente.
Un «Ferrari» en primera
Los investigadores
siguieron a 19 guepardos salvajes durante dos años en desierto del Kalahari y
en otra zona húmeda del sur de África. Antes de seguirles, les inyectaban en el
cuerpo agua pesada, que se distingue por sus componentes. De las muestras de
sus heces, podían deducir cuánta agua pesada perdían cada día y calcular su
gasto de energía.
«Lo que
encontramos es que el gasto de energía de estos felinos no era
significativamente diferente del de otros mamíferos de igual tamaño. Los
guepardos pueden ser 'Ferraris' pero la mayor parte del tiempo se conducen
despacio», dice Michel Scantlebury, responsable de la investigación. «Su mayor
gasto de energía se produce mientras viajan, no cuando persiguen piezas. Si
puedes imaginar cómo es caminar arriba y abajo cada día las dunas de arena bajo
altas temperaturas, sin agua para beber, empiezas a hacerte una idea de qué
desafiante es la vida de estos felinos. Y aún así se adaptan y resisten».
Daño humano
Los
guepardos incluso pueden aguantar que otros depredadores, como los leones o las
hienas, les roben las piezas, forma parte del juego. Incluso aunque el 25% de
sus comidas sean robadas, solo tienen que cazar 1,1 horas más para
sustituirlas, lo que supone tan solo un 12% más de gasto de energía al día.
Pero existe un depredador mucho más agresivo contra el que poco pueden hacer.
«La actividad humana, como levantar vallas que impiden que se desplacen
libremente o la caza de las mismas presas, está forzando a los guepardos a
trasladarse a más largas distancias, y esto puede acabar con su energía más que
cualquier otro factor», advierte el científico.
Una leona
persigue a un guepardo
M.G.M. Mills
«Muy a
menudo se culpa a leones y hienas del declive de los guepardos, cuando es
probable que sea culpa nuestra. Imagine qué duro debe de ser para un pequeño
cachorro seguir a su madre más y más lejos a través del desierto en busca de
comida, cuando ella misma está luchando por sobrevivir», recuerda John Wilson,
de la Universidad Estatal de Carolina del Norte, coautor del estudio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario