Zooterapia (Wikipedia)
La zooterapia o terapia asistida con animales (TAA), en
inglés en:Animal-assisted
therapy (AAT), es una actividad donde la misión es seleccionar, entrenar y
certificar animales, que sean de apoyo en tratamientos y terapias para
pacientes de todas las edades, con enfermedades que los debilitan y los afectan
en el plano social, emocional y cognitivo.
No existe base científica para el tratamiento del autismo, otro tipo de
discapacidad intelectual o enfermedades mentales.
El uso de mascotas como ayudantes de terapias convencionales se remonta
a 1792 en Inglaterra, donde se trató enfermos mentales. Posteriormente, en
1867, los animales de compañía intervienen en el tratamiento de epilépticos en
Bethel (Biefeld, Alemania). En 1944, la Cruz Roja Americana organiza, en el
Centro para Convalecientes de la Fuerza Aérea de Nueva York, el primer programa
terapéutico de rehabilitación de los aviadores.
Las especies más utilizadas son perros, gatos, caballos, aves, conejos y
delfines. Estos últimos son mayormente requeridos para personas con Síndrome de
Down, parálisis cerebral, autismo, entre otros padecimientos.
El objetivo de este contacto humano-animal es el de mejorar la calidad
emocional y la seguridad en pacientes que han perdido la motivación ante las
situaciones de la vida, debido a la depresión o a la falta de interacción con
la sociedad por estar dentro de hospitales, clínicas o bajo la supervisión de
profesionales que mantienen en control la salud del individuo, esto ya sea por
enfermedades crónicas o terminales, trastornos permanentes o dolores físicos
y/o emocionales.
Esto también es útil y efectivo para personas con problemas de atención
y aprendizaje, sobre todo en los niños. De igual manera, muchos infantes no
pueden controlar la ira y el miedo hacia algunas situaciones, es por ello que
mediante juegos y actividades divertidas, recreativas y con enseñanza de
valores, los pequeños aprenden a cambiar las actitudes negativas por unas
ejemplares.
Comúnmente cuando una persona ve un animal suele automáticamente bajar
los niveles de agresividad y realizar muestras de cariño y cobijo. El hablarle
a los animales y observar la fidelidad que estos tienen hacia uno mismo, es
motivador y alentador para el convaleciente.
De igual forma sirve para que la
comunicación entre médico y paciente se dé de mejor manera, con más confianza y
menos temores, con la finalidad de que estos se conviertan en pensamientos
positivos y traigan consigo el valor de la esperanza.
Empatía: la relación con el animal favorece el hecho de ponerse en
la situación de los demás.
Enfoque exterior: los animales ayudan a las personas que tienen una
enfermedad mental, que tienen baja autoestima, depresión, etc., a cambiar
el enfoque de su ambiente, logrando que piensen y hablen de los animales,
en vez de sus problemas.
Relaciones: pueden abrir un cauce de comunicación emocionalmente
seguro entre su terapeuta y el paciente.
Aceptación: tienen una manera particular de aceptar a las personas
sin calificarlas. No miran cómo luce o qué cosas dice.
Entretenimiento: la presencia de un animal da diversión a las
personas. Ideal para geriátricos.
Socialización: estudios han demostrado que las visitas que los
animales hacen a las instituciones, ofrecen mayor socialización entre las
personas del lugar. Se muestran más alegres, más sociables con los demás,
disminuyen la ansiedad y estrés y mejora el estado de ánimo.
Estímulo mental: ocurre porque se incrementa la comunicación con
otras personas, ayudando a la evocación de recuerdos. En instituciones con
pacientes con depresión, la presencia de un animal ayuda a aclarar la
atmósfera, incrementando la distracción, alegría y el juego, que
disminuyen sus sentimientos de aislamiento.
Existen instituciones con animales entrenados para visitar a los
pacientes a hospitales, clínicas u hogares, sin embargo, una persona sana puede
entrenar a su propia mascota como método preventivo, o bien, para que estos
realicen voluntariados con otras personas.
Para ello, es necesario cubrir una
serie de etapas que le darán un certificado de aprobación a la mascota. Esto
sin duda se da por medio de una selección, pues no todos los animales son aptos
para adquirir estos aprendizajes.
La certificación en animales para estos fines
se avaló apenas en el año de 1990.
El primer paso es el de la obediencia. Primero que nada, es
indispensable que el animal aprenda a obedecer a su entrenador. Para ello,
tanto el dueño como la mascota deben asistir a clases prácticas donde poco a
poco se vaya adquiriendo esta habilidad. Un perro, gato, etc., debe comportarse
y obedecer por medio de la voz y sonidos a pesar de todas las distracciones y
tentaciones que puedan presentarse a su alrededor.
Otro punto importante es el entrenamiento para las tareas que tendrá que
hacer en los voluntariados y el comportamiento que deberá tener cuando se
presente ante los pacientes.
Por último, las pruebas de temperamento y salud en general son
indispensables para determinar si la mascota puede comenzar con el trabajo. Es
necesario realizar revisiones médicas ya que todo animal que estará en contacto
con personas delicadas y cuyas defensas en su organismo son bajas, debe estar
completamente sano y libre de cualquier infección o parásito.
El temperamento también debe ser evaluado periódicamente para mantener
el nivel de formación, pues a pesar de haber recibido clases y entrenamientos,
no deja de ser un animal guiado por el instinto.
(Continúa)
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