Notas
de: OjoCientifico.com
Ya lo
decía Nietzsche: “Sin música, la vida sería un error”. La música está presente en la naturaleza y
prácticamente todo tiene sus sonidos, provocando los más diversos efectos
en los animales.
Los seres humanos no somos los únicos animales
capaces de enviar y recibir mensajes mediante diferentes sonidos, muchísimas
especies se comunican, se advierten del peligro a través de estímulos sonoros y
también prefieren cierto tipo de música antes que otras. Hoy hablaremos un poco
sobre la Zoomusicología y el efecto de la música en los animales.
La Zoomusicología
Seguramente
habrás escuchado hablar poco o nada sobre la Zoomusicología, se trata de un campo entre la
Zoología y la Musicología, también conocido como Zoosemiótica.
En él se estudia la música de los animales
no humanos, las formas en las que estos responden a los sonidos y los efectos
que la música tiene en ellos.
Quizás
esto pueda carecer de interés para muchos, sin embargo, si pensamos por ejemplo
en la forma en la que, mediante la emisión de sonidos con diferentes frecuencias, las
ballenas logran comunicarse debajo del mar; en cómo lo hacen las aves con sus
espectaculares cantos o en como lo hacen las fieras con sus guturales sonidos,
entre otros, la Zoomusicología puede ser realmente interesante. Es aún más
interesante si tenemos en cuenta que existen experimentos e investigaciones que
han demostrado que además de comunicarse de esta manera, los animales pueden
tener cambios en su estado de ánimo o inclusive preferir determinados estilos
musicales.
Sobre algunos de los experimentos
En el año
1909 el The New York Times, publicó un artículo titulado “Los
efectos de la música sobre Animales del Zoo”, en el que se hablaba sobre los
efectos de la música en todo tipo de especies del Zoológico de Bronx, nombrando
reptiles, primates, aves, elefantes y leones al tiempo que se formulaba la
pregunta: ¿los animales podrán apreciar la música? En la
experiencia, se notó que los orangutanes respondían con un claro agrado a
piezas de Caruso y que además eran capaces de mover su cuerpo siguiendo los
compases al ritmo de un swing.
En otros
animales como en camellos, también parecía haber una sensación de agrado, los animales estiraban su cuello y se
acercaban a la fuente del sonido. Por otra parte, caninos como coyotes y lobos
se mostraban asustados e intranquilos ante las mismas reproducciones. Hoy, más
de 100 años más tarde, la pregunta continúa presente y ha sido el centro de
muchas investigaciones.
Por otro
lado, muchos biomusicólogos han hablado de una “música
universal” y de la idea de que la música puede funcionar prácticamente de forma
innata, como un sentido natural de los animales. Se ha argumentado que el lenguaje musical es un lenguaje que de cierto
modo, tanto los humanos como muchos otros animales compartimos.
Así se
menciona por ejemplo a las ballenas y a las aves, ya que en los sonidos que estos emiten se puede
reconocer diversos ritmos, longitudes y estructuras musicales utilizadas por
los seres humanos al momento de componer música. La naturaleza por sí misma es
capaz de crear sonidos agradables, tanto para humanos como para otros
animales y en cuanto a esto, un dato muy interesante es que por ejemplo Mozart
compuso su Concierto para Piano en Sol Mayor de forma tal en la que esta
coincide de forma exacta con el canto de su pájaro estornino.
Los monos y la música
Volviendo
a nuestros días, apenas algunos años atrás, en 2009, una violonchelista de la
Orquesta Sinfónica Nacional, junto al psicólogo Charles Snowden de la
Universidad de Wisconsin, realizaron un experimento en el que se comprobó que otras especies animales son capaces de reaccionar
emocionalmente ante estímulos musicales. En él se interpretaron diferentes
melodías para un público compuesto por monos tití de las selvas
centroamericanas.
Luego de
estudiar detalladamente a los monos y analizar los sonidos emitidos para
comunicarse, varias piezas fueron compuestas para ellos. Así se interpretaron
dos composiciones que en su forma y estructura eran símiles a las que emitían
los monos para alertar peligro, o los que emitían cuando se sentían seguros.
Ante las
piezas, los monos reaccionaban de acuerdo a los mismos patrones, respondiendo
con mayor intensidad cuando sonaba la primera composición: los monos sacudían
su cabeza, sacaban la lengua y miraban incesantemente a su alrededor. En
conclusión, los investigadores señalaron que los resultados eran muy sugerentes
y que podían servir para entender que lo emocional de la música puede tener una
larga historia evolutiva.
Sin lugar
a dudas, aún queda muchísimo por comprender y analizar. ¿Qué opinas tú al
respecto? ¿Crees que los animales realmente reaccionan a la música o que
se trata de un simple mecanismo natural sonoro de supervivencia?
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