(Notas de
Fisiología Digestiva y Metabólica de los Rumiantes; Relling, Alejandro Enrique; Mattioli Guillermo Alberto) Cátedra de Fisiología, Fac de Ciencias Veterinarias U.N.L.P.)
Los rumiantes se caracterizan por su capacidad para
alimentarse de pasto o forraje. Esta característica se basa en la posibilidad
de poder degradar los hidratos de carbono estructurales del forraje, como celulosa,
hemicelulosa y pectina, muy poco digestibles para las especies de
estómago simple o no-rumiantes.
Basada en esta
diferencia fundamental, la fisiología digestiva del rumiante adquiere
características particulares.
La degradación del alimento se realiza mayoritariamente
por digestión fermentativa y no por acción de enzimas digestivas, y los
procesos fermentativos los realizan diferentes tipos de microorganismos a los
que el rumiante aloja en sus divertículos estomacales (DE).
Por esta razón
tenemos que tener presente que al alimentar a los rumiantes primero estamos
alimentando a los microorganismos , y que para su buen desarrollo tiene que
haber un medio ruminal.
El ternero nace con la
capacidad de digerir leche y sólo por métodos enzimáticos y no fermentativos.
Por esta razón los DE no son funcionales durante esta etapa.
La leche pasa directamente desde el esófago al
abomaso gracias al cierre de la gotera esofágica.
El calostro es la primera secreción láctea de la madre. Posee
componentes nutricionales semejantes a la leche, aunque más concentrados, pero
agrega otros no nutricionales de vital importancia.
Se destacan las
inmunoglobulinas que representan la principal fuente de transferencia pasiva de
inmunidad desde la madre, ya que la vía placentaria es de menor importancia en
el rumiante.
La capacidad del intestino de absorber las inmunoglobulinas se
pierde gradualmente durante el primer día de vida, por lo cual resulta vital el
consumo de calostro apenas nace el ternero.
(continúa)
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