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viernes, 25 de enero de 2013

LA ZOOMUSICOLOGIA


Ojo Cientifico


Notas de:  OjoCientifico.com
Ya lo decía Nietzsche: “Sin música, la vida sería un error”. La música está presente en la naturaleza y prácticamente todo tiene sus sonidos, provocando los más diversos efectos en los animales.
 Los seres humanos no somos los únicos animales capaces de enviar y recibir mensajes mediante diferentes sonidos, muchísimas especies se comunican, se advierten del peligro a través de estímulos sonoros y también prefieren cierto tipo de música antes que otras. Hoy hablaremos un poco sobre la Zoomusicología y el efecto de la música en los animales.
La Zoomusicología
 
Seguramente habrás escuchado hablar poco o nada sobre la Zoomusicología, se trata de un campo entre la Zoología y la Musicología, también conocido como Zoosemiótica.
 En él se estudia la música de los animales no humanos, las formas en las que estos responden a los sonidos y los efectos que la música tiene en ellos.
Quizás esto pueda carecer de interés para muchos, sin embargo, si pensamos por ejemplo en la forma en la que, mediante la emisión de sonidos con diferentes frecuencias, las ballenas logran comunicarse debajo del mar; en cómo lo hacen las aves con sus espectaculares cantos o en como lo hacen las fieras con sus guturales sonidos, entre otros, la Zoomusicología puede ser realmente interesante. Es aún más interesante si tenemos en cuenta que existen experimentos e investigaciones que han demostrado que además de comunicarse de esta manera, los animales pueden tener cambios en su estado de ánimo o inclusive preferir determinados estilos musicales.
Sobre algunos de los experimentos
 
En el año 1909 el The New York Times, publicó un artículo titulado “Los efectos de la música sobre Animales del Zoo”, en el que se hablaba sobre los efectos de la música en todo tipo de especies del Zoológico de Bronx, nombrando reptiles, primates, aves, elefantes y leones al tiempo que se formulaba la pregunta: ¿los animales podrán apreciar la música? En la experiencia, se notó que los orangutanes respondían con un claro agrado a piezas de Caruso y que además eran capaces de mover su cuerpo siguiendo los compases al ritmo de un swing.
En otros animales como en camellos, también parecía haber una sensación de agrado, los animales estiraban su cuello y se acercaban a la fuente del sonido. Por otra parte, caninos como coyotes y lobos se mostraban asustados e intranquilos ante las mismas reproducciones. Hoy, más de 100 años más tarde, la pregunta continúa presente y ha sido el centro de muchas investigaciones.
 

Por otro lado, muchos biomusicólogos han hablado de una “música universal” y de la idea de que la música puede funcionar prácticamente de forma innata, como un sentido natural de los animales. Se ha argumentado que el lenguaje musical es un lenguaje que de cierto modo, tanto los humanos como muchos otros animales compartimos.
Así se menciona por ejemplo a las ballenas y a las aves, ya que en los sonidos que estos emiten se puede reconocer diversos ritmos, longitudes y estructuras musicales utilizadas por los seres humanos al momento de componer música. La naturaleza por sí misma es capaz de crear sonidos agradables,  tanto para humanos como para otros animales y en cuanto a esto, un dato muy interesante es que por ejemplo Mozart compuso su Concierto para Piano en Sol Mayor de forma tal en la que esta coincide de forma exacta con el canto de su pájaro estornino.
Los monos y la música
 

Volviendo a nuestros días, apenas algunos años atrás, en 2009, una violonchelista de la Orquesta Sinfónica Nacional, junto al psicólogo Charles Snowden de la Universidad de Wisconsin, realizaron un experimento en el que se comprobó que otras especies animales son capaces de reaccionar emocionalmente ante estímulos musicales. En él se interpretaron diferentes melodías para un público compuesto por monos tití de las selvas centroamericanas.
Luego de estudiar detalladamente a los monos y analizar los sonidos emitidos para comunicarse, varias piezas fueron compuestas para ellos. Así se interpretaron dos composiciones que en su forma y estructura eran símiles a las que emitían los monos para alertar peligro, o los que emitían cuando se sentían seguros.
Ante las piezas, los monos reaccionaban de acuerdo a los mismos patrones, respondiendo con mayor intensidad cuando sonaba la primera composición: los monos sacudían su cabeza, sacaban la lengua y miraban incesantemente a su alrededor. En conclusión, los investigadores señalaron que los resultados eran muy sugerentes y que podían servir para entender que lo emocional de la música puede tener una larga historia evolutiva.
Sin lugar a dudas, aún queda muchísimo por comprender y analizar. ¿Qué opinas tú al respecto? ¿Crees que los animales realmente reaccionan a la música o que se trata de un simple mecanismo natural sonoro de supervivencia? 


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