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De graciosa figura, presenta un plumaje con vistosos colores donde predominan diferentes tonalidades de verde, rojo en la garganta, las mejillas y parte anterior del cuello, tienen la frente y parte de la corona blancas; alrededor de los oídos algo negruzcas, picos y patas blancos, todas las especies de esta familia se posan con dos dedos hacia delante y dos hacia atrás.
Las cotorras vuelan generalmente en bandos, dentro de las cuales se pueden diferenciar en parejas. Esto se aprecia mejor durante el período reproductivo. Es muy difícil que pasen inadvertidas pues su incesante y estridente “parloteo” se puede escuchar a gran distancia.
Esta especie vive también en Bahamas e Islas Caimán, constituyendo en cada una de ellas subespecies diferentes de las dos descritas para nuestro archipiélago.
En Cuba se encuentran las poblaciones más abundantes y las mismas se pueden localizar en Guanahacabibes, Cordillera de los Órganos, Isla de la Juventud, Ciénaga de Zapata, Cordillera de Guamuhaya, Sierra de Najasa, Sierra Maestra y las montañas de Nipe-Sagua-Baracoa.
En estudios realizados en la naturaleza, se ha podido comprobar que la Cotorra se alimenta de semillas, flores y frutos de hasta 18 especies de plantas autóctonas como el Soplillo (Lysiloma latisiliquum), Cabo de hacha (Trichilia hirta), Raspalengua (Bourreria sp.) y Guaranamacho (Cupana grabla), también han incorporado a su dieta semillas y frutos de plantas introducidas cultivadas como cítricos y Guayaba (Psidium guajaba). Como se puede apreciar, esta especie tiene un amplio espectro alimentario, lo que le ha permitido subsistir a la degradación del hábitat. En cautiverio se han adaptado a comer pan con leche, huevo hervido, semillas de girasol y hasta pienso.
El período reproductivo de las cotorras comienza en Febrero-Marzo cuando las parejas comienzan a cortejarse. Para ello manifiestan diferentes conductas como el aloaseo, que consiste en que un miembro de la pareja le limpia el plumaje al otro con su pico, donde se intercambian alimentos y finalmente la cópula.
Las cotorras utilizan generalmente como sitio de nidificación los huecos construidos por los pájaros carpinteros en las palmas secas, aunque su plasticidad ecológica les ha permitido utilizar los pinos, árboles de aguacate, Mango, mangle y hasta huecos en las rocas, como en el caso de la raza de Bahamas.
En el mes de Marzo comienzan a localizar el nido y generalmente seleccionan aquellos que tengan mayor profundidad, para propiciarles a los pichones oscuridad y seguridad. La búsqueda y ocupación de las cavidades no es un proceso fácil y se genera una fuerte competencia tanto con parejas de la misma especie, como con otras especies, ya que no solo las cotorras utilizan este recurso, sino también los sijúes, los tocororos, cateyes, cernícalos, abejas y algunos murciélagos.
El nido lo preparan ampliando su entrada, limpiando su interior y profundizando más la cavidad; en ocasiones, el mismo puede tener una entrada por encima y otra lateral.
En este caso ambos miembros de la pareja entran en la apertura superior y después de alimentar a los pichones salen por la lateral. La puesta de los huevos la realizan entre Abril y Mayo y ponen de 3 a 5 huevos con un intervalo entre puestas de uno a tres días, y estos son incubados durante 27-31 días aproximadamente. Como promedio nacen 3 pichones que son alimentados por ambos padres al regugitarles la comida dentro del pico. En cautiverio se ha determinado que le pueden suministrar hasta 40 g diariamente.
Los pichones nacen desprovistos de plumón, con los ojos cerrados y con muy poca movilidad, dependiendo directamente de los padres. Permanecen en el nido entre 47 y 55 días, aunque ya fuera de éste, los padres continúan alimentándolos por un tiempo.
Se ha logrado la reproducción en cautiverio, en cajas nido de madera, con un especio vital reducido. En ocasiones, cuando no se han manejado adecuadamente la formación de las parejas debido a que no existe un dimorfismo sexual aparente puede darse el caso de que individuos del mismo sexo se establezcan como una pareja, manifestándose el homosexualismo.
Aunque la cotorra tiene depredadores naturales como el Gavilán Colilargo (Accipiter gundalachi), su principal enemigo ha sido el hombre. Desde la época de la colonia, la deforestación y su captura indiscriminada, puso a esta especie en peligro de extinción. Gracias a la protección que se ha desarrollado en los últimos años las poblaciones en Cuba se han recuperado considerablemente.
Desde 1987 se llevan a cabo estudios para los planes de manejo de la Cotorra cubana en la Reserva Ecológica de la Isla de la Juventud con resultados muy satisfactorios. Para proteger estas especies, la Empresa Nacional para la Conservación de la Flora y la Fauna se ha trazado la estrategia de tomar las especies amenazadas como banderas para justificar la protección completa del área donde viven, con sus ecosistemas, paisajes naturales y antrópicos.
La Educación ambiental y la participación comunitaria constituyen elementos imprescindibles en dichos planes, como lo demuestran ya las campañas efectuadas con los psitácidos.
Todo este empeño contribuirá, sin duda, a salvar la Biodiversidad del archipiélago cubano y, sobre todo, su sector más hermoso y carismático: las aves.
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