Se llamaba Harambe y fue muerto a
balazos el sábado después de que un niño de cuatro años terminara dentro
del recinto de los gorilas del zoológico de Cincinnati, EE.UU.
Y a
sólo una semana de que un episodio similar provocara la muerte de dos
leones en un zoológico de Chile, el caso ha reavivado la polémica sobre
la ética de mantener en cautiverio a animales salvajes y los protocolos
de seguridad para este tipo de casos.
Máxime porque muchos creen que Harambe –un gorila occidental de las tierras bajas de cerca de 180 kilos– no representaba una amenaza para el pequeño, quien fue dado de alta del hospital el mismo día del incidente.
Unas 200.000 personas también han firmado una petición pidiendo que se proceda contra los padres del niño "por la falta de supervisión y negligencia que hizo que Harambe perdiera la vida".